Como las plantas no pueden desplazarse de un sitio a otro, buscan el modo de poder dispersar sus semillas. A este acto se le llama diseminación.
Hay plantas que se valen de medios propios para esparcir la semilla, como el pepinillo del diablo, que mediante una pequeña explosión lanza sus semillas lejos.
Sin embargo, la mayoría de las plantas necesitan ayuda para dispersar sus semillas y se valen del viento, de los animales e incluso del agua.
Las semillas deseminadas por el viento tienen que ser ligeras y con una especie de alas o plumas para facilitar el transporte.
Algunas plantas dispersadas por los animales tienen pelos o ganchos que se adhieren al pelo o plumas de éstos al rozarlos. Pero hay otras en que sus partes son comidas por los animales, que después las sueltan o expulsan con los excrementos.
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